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"La imposibilidad de establecer la existencia de un modo de producción industrial, la insistencia con que se ha señalado la ausencia de los films junto con la dificultad para acceder a los materiales y una tradición teórica que ha mirado en general con desdén el cine nacional –en particular, el de los primeros tiempos–, sumado al desinterés por los materiales incompletos, fragmentarios y no narrativos en un sentido clásico llevó a la construcción de una idea inexacta del cine argentino temprano. Esta combinación de factores ha impedido a su vez hacer foco en la enorme y heterogénea cantidad de materiales alojados en distintos espacios institucionales y por coleccionistas privados.
De este modo, hasta hace relativamente poco tiempo el período solía resumirse mediante la mención de un conjunto –breve– de films criollistas, tangueros o de carácter histórico. Aunque no se debe menospreciar el conjunto de estos géneros ya que dieron forma a una identidad cinematográfica propia, el cine mudo argentino fue algo más que un cine de gauchos y de malevos de los suburbios. Incluso fue algo más que un recorrido por significativas fechas del calendario patrio. Tampoco fue exclusivamente un cine de propaganda estatal ni se ocupó de narrar invariablemente el bienestar de una clase alta que comenzaba su lenta decadencia, como han sugerido algunos autores. Y aún más difícil resulta detectar una ideología homogénea –si algo así es posible–, cercana a la de los sectores dominantes de la sociedad de su tiempo. A su vez, suele afirmarse que se trató de un período de escasa producción, semiprofesionalizado y con apenas un puñado de títulos rescatables.
El paisaje descrito contrasta significativamente no sólo con la abundante documentación sino con la misma existencia de las películas, porque si bien es cierto que la gran mayoría de los films realizados en los primeros treinta años del cine en Argentina se han perdido, no lo es menos que los que han sobrevivido alcanzan para trazar una imagen sustancialmente distinta a la señalada más arriba.
El constante descubrimiento de films perdidos por parte de Fernando M. Peña junto con el acento puesto en la preservación y difusión han allanado el camino para las nuevas generaciones de investigadores. De esta manera, se comienza a rediseñar el mapa de los primeros treinta años del cine en nuestro país. Exhaustivos trabajos de catalogación de las publicaciones gráficas han reunido información precisa acerca de la abundante producción fílmica en el campo de la ficción (Mafud, 2016), mientras que otros jóvenes autores se han ocupado de las relaciones entre el cine y la fotografía, dando cuenta de un universo común temático y estético que arroja luz sobre esos primeros años (Cuarterolo, 2017). Gracias a estos y otros autores (Gionco, Elizalde), el campo académico comienza a mirar con mayor interés un período que había sido apenas explorado.
Por lo tanto, hoy sabemos que si bien no constituyó un sistema de producción de carácter industrial, sí existieron una buena cantidad de empresas filmadoras que mantuvieron al cine realizado en el país en las carteleras porteñas –y no sólo porteñas– de manera ininterrumpida desde 1900 hasta 1933, lo que sentó las bases de una incipiente industria y ocupó un lugar significativo en el mundo del entretenimiento junto con el teatro y la música popular. "
— Extracto de "La imagen presente", incluído en Nitrato argentino. Accede al artículo completo aquí.