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"En prácticamente todas las exhibiciones de una película de los primeros tiempos se utilizan copias del documento original, ya se trate de duplicaciones fotoquímicas o de copias digitales. La exhibición de una copia original de la época en soporte nitrato es casi un asunto prohibido: la proyección y la manipulación pueden rayar, dañar e incluso prender fuego al material, siendo este, la mayoría de las veces, el único sobreviviente de una obra. El documento en soporte original es conservado en los archivos audiovisuales casi como si se tratase de una pieza de museo, contradiciendo su función de reproductibilidad original. A diferencia de la restauración de arte tradicional, la preservación y restauración de imágenes en movimiento implica siempre la realización de una copia para que el material original no sea alterado por la manipulación. Pero un duplicado o una digitalización del material original, aun realizado en las mejores condiciones posibles, transforma inevitablemente el documento. Su base plástica ya no es la misma (el nitrato ha dejado de producirse como base fílmica en la década de 1950) y su calidad visual se altera. En el caso de las películas coloreadas a mano, las anilinas han cambiado y, aun cuando quisiera realizarse un proceso de aplicación similar en la actualidad, este debería realizarse sobre una base plástica distinta, el poliéster, alterando su contraste. La “copia del nitrato” pareciera entonces una “copia infiel”, ergo falsa, del documento original (Fossati, 1997). La conservación de las piezas y la experiencia de la exhibición entran en guerra: si el nitrato se proyecta, se rompe; si se proyecta una copia, pierde sus características originales. La tensión es la de una industria nacida, como el escorpión, con su propio veneno: la obsolescencia tecnológica."
— Extracto de "Supervivencias (apuntes sobre preservación fílmica)" incluido en el libro Nitrato argentino. Accede al artículo completo aquí.